TRANSFORMACIONES DEL MERCADO LABORAL
Tareas cognitivas ganan peso, a diferencia de las manuales, según estudio.
Analizar qué tendencias experimentó el empleo en Argentina y Uruguay de acuerdo a la importancia de las tareas realizadas por los trabajadores en sus puestos para mostrar el impacto del avance tecnológico en el mercado laboral. Este es el objetivo que persigue un trabajo del Banco Mundial (BM) que se presenta hoy y que, entre otros, muestra que en los últimos 20 años en esos dos países las tareas cognitivas —como las relacionados con la creatividad o el diseño en alguna de sus formas— han ganado peso mientras que las tareas manuales han corrido la suerte contraria, sobre todo entre los trabajadores más jóvenes, protagonistas de esta transformación.
El cambio tecnológico en el mundo del trabajo —que, entre otros, comprende a la robotización y la automatización de tareas— puede gatillar mejoras, como aumentos en la productividad y creación de puestos hasta ahora desconocidos.
Pero también los autores del informe «Cambio tecnológico y el mercado de trabajo en Argentina y Uruguay. Un análisis desde el enfoque de tareas» alertan sobre algunos peligros. Entre otros, que estas modificaciones intensifiquen la desigualdad, fruto de una «polarización» del mercado de trabajo, que lo divida en dos grupos: uno conformado por personas altamente calificadas y volcadas a tareas cognitivas con ingresos elevados, y otro con baja calificación, en ocupaciones manuales rutinarias y con bajos salarios. Estos últimos son los más proclives a padecer «desempleo tecnológico».
El economista argentino Ignacio Apella —uno de los autores junto a Gonzalo Zunino— comentó en diálogo con El País que se suele asociar a la automatización con la industria. Pero, agregó, esto no es así, y puso como ejemplo cómo se encontró en la Ciudad Vieja con un supermercado que ofrece a los clientes gestionar ellos mismos el pago, sin necesidad de que un cajero de carne y hueso les cobre. «La automatización está filtrando en el sector servicios también, no es solo al tipo que ajusta la tuerca en la industria», dijo.
Sin embargo, no todas las tareas corren el riesgo de ser automatizadas, precisa el estudio del BM, que define cuatro categorías: manuales rutinarias, manuales no rutinarias, cognitivas rutinarias y cognitivas no rutinarias. Las últimas son las más «blindadas» ante estos cambios, mientras que las tareas manuales rutinarias son las más vulnerables.
Hacia los servicios.
Los autores estudiaron cómo ha evolucionado el tipo de empleo en las últimas dos décadas (1995-2015 es el período analizado para Uruguay). Entre estos años se observa un aumento de la intensidad de las tareas cognitivas (rutinarias y no rutinarias), y un descenso de las manuales.
Los resultados del estudio permiten sugerir, afirman sus autores, que en Argentina y Uruguay hubo un «cambio en el perfil del empleo», con lo que se pasó de empleos intensivos en tareas manuales hacia otros que exigen un mayor contenido de tareas cognitivas.
En el caso de Uruguay, el informe señala la importancia del movimiento del empleo entre ramas de actividad económica. En concreto, hay un pasaje desde el sector industrial hacia servicios. Mientras que a mediados de los años 90 el 22% del empleo total estaba en la industria, para 2015 cayó a 11,2%. En los servicios pasó lo contrario: tenía 32% del empleo en 1990, guarismo que trepó a casi 40% para 2015.
Este fenómeno se explica, en parte, por un incremento del nivel educativo de la fuerza laboral. «Los resultados sugieren que la posibilidad de aumentar en forma sostenida la participación de las tareas cognitivas se encuentra fuertemente condicionada por el nivel de calificación y habilidades que tienen los trabajadores», sostiene el documento del BM.
Este escenario plantea varios desafíos para quienes diseñan las políticas públicas, uno a corto y otro a mediano plazo. Por un lado, cómo reasignar las tareas que tienen los trabajadores de baja calificación hacia otras menos expuestas a la automatización.
El otro gran tema es cómo preparar a las generaciones más jóvenes para desarrollar ocupaciones que «aún no existen» pero que «seguramente tendrán un alto componente de tareas cognitivas no rutinarias», precisa el informe. Para esto, es «imprescindible repensar el sistema educativo en todos sus niveles», afirman los autores.
Dos efectos del avance tecnológico en el trabajo.
El estudio indica que el progreso tecnológico tiene dos efectos sobre el empleo: uno de destrucción a medida que sustituye fuerza de trabajo y otro de creación de nuevos empleos. Esto porque cuando «crece la cantidad de unidades de producción que internalizan nuevas tecnologías y verifican incrementos de productividad, se expande el empleo complementario en dichos sectores y se generan otras ocupaciones».
Fuente: Diario El País